Los gobiernos fascistas y comunistas han llevado a cabo esterilizaciones masivas a personas “non gratas”, sospechosas, no dóciles. ¿Pero ese asunto ha sido exclusivo de gobiernos totalitarios? Pues va a ser que no. Y lo peor: ya llega la eugenesia “a medida” para yoístas y otras faunas de la modernidad.
Se siguen criterios étnicos o económicos, siempre fraudulentos y pérfidos. Para ciertos intereses públicos y privados, la esterilización es una solución rápida y barata: los pobres, los indígenas, los “tocados”… no tienen derecho a reproducirse… En el siglo XX, y hasta en el XXI, la esterilización forzada sigue llevándose a cabo. Qué mundo…
OSCURIDAD EN CANADÁ
Recientemente, leíamos en “El País”: “Las esterilizaciones forzadas a mujeres indígenas en Canadá cesaron oficialmente en los años setenta. Sin embargo, investigaciones y testimonios indican que estos procedimientos se siguieron practicando décadas después y se teme que todavía se den casos. La senadora Yvonne Boyer pidió recientemente a sus pares legislativos que se llevara a cabo un estudio para conocer el alcance real de esta práctica a nivel nacional. ‘Me han contactado muchas mujeres de todo el país pidiendo ayuda’, declaró el pasado 11 de noviembre a “The Canadian Press”. Boyer mencionó la tragedia de Liz, obligada a abortar y a someterse a una ligadura de trompas en un hospital de Ontario a los 17 años”. De las investigaciones se ha concluido que solo dos provincias canadienses permitieron esta práctica. Las esterilizaciones se llevaron a cabo, principal y mayoritariamente, con grupos de mujeres indígenas. La ley en Alberta estuvo vigente de 1929 a 1972 y la de Columbia Británica de 1933 a 1973, con 2.800 y 400 esterilizaciones respectivamente. Pero los datos corroboran que los ejercicios eugenésicos “a lo bruto” (porque ahora son más finos) se llevaron a cabo también en otras zonas de Canadá. Entre 2008 y 2012, en hospitales de Saskatoon (provincia de Saskatchewan), por ejemplo, también se procedió a la esterilización de determinadas mujeres atendiendo a todo tipo de razones inhumanas y de índole nazi.
El diario “StarPhoenix” y la cadena CBC presentaron una serie de reportajes en 2015 con testimonios de algunas mujeres sometidas a métodos esterilizantes de ligaduras de trompas. Según estos medios, entre 2008 y 2012, en hospitales de Saskatoon, el muy democrático gobierno canadiense permitió y favoreció que se llevaran a cabo ligaduras de trompas en mujeres nativas. Judith Barret, profesora de medicina en la Universidad de Manitoba, e Yvonne Boyer, abogada especializada en derechos humanos, llevaron a cabo una investigación sumamente clarificadora, que fue presentada en 2017. Las responsables hospitalarias y de los servicios sociales estatales convencieron a las mujeres indias de algunos asuntos… “Me insistieron en que el procedimiento era para no superar el tamaño óptimo de una familia”… “El médico me indicó que era el único método para no quedar otra vez embarazada”… “Me hablaron con términos técnicos que no comprendí y me sentí forzada a firmar la autorización”… Son, según las investigadoras, algunas de las declaraciones que afirmaron las mujeres nativas. Según las investigadoras, estas mujeres fueron objeto de discriminación por parte del personal sanitario. Jackie Mann, vicepresidenta de los servicios de Salud de Saskatoon, presentó disculpas oficiales en una conferencia de prensa al poco de presentarse el informe: “Siento profundamente que estas mujeres hayan sufrido la ligadura de trompas sin su consentimiento, que no hayan sido tratadas con el respeto y la compasión que se merecían y que no hayan obtenido la ayuda que requerían. Ninguna mujer merece ser tratada de esta forma”. Demasiado tarde. Violencia de mujer “feminista” contra mujeres indefensas
FUJIMORI, VAYA “PERLA”
Las investigaciones sobre esterilizaciones masivas en Perú, a finales del siglo XX y entrados ya en el S. XXI, también son muy contundentes. La prensa peruana (incluso la más oficialista) ha informado de que: “Entre 1995-2001 fueron esterilizadas forzosamente 346.219 mujeres y 24.535 varones, según un informe realizado por una comisión parlamentaria independiente. El mismo congreso nacional del Perú investigó los casos de anticoncepción quirúrgica y concluyó que 314.605 mujeres fueron esterilizadas en el marco del Programa Nacional de Planificación Familiar del gobierno de Alberto Fujimori. El Comité Latinoamericano y del Caribe de los Derechos de la Mujer (Cladem) concluyó que sólo el 10% de las mujeres que fueron esterilizadas en aquel periodo dieron su “consentimiento genuino”. Lo más increíble (o no tan increíble, según el prisma desde el que se mire) es que no pocas entidades feministas no sólo dieron su consentimiento al polémico plan de Fugimori, sino que, además, lo aplaudieron. Al fin y al cabo, sólo eran “indias”. Esos grupos feministas estaban formados, mayoritariamente, por mujeres blancas, con estudios oficiales, etc.
Si seguimos estirando del hilo veremos que el USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional; en inglés: United States Agency for International Development) y la UE financiaron con millones de dólares lo que, a todas luces, constituyó un fragrante genocidio de generaciones futuras. Nos encanta lo que ha escrito Alejandro I. López en culturacolectiva.com: “En el caso de la dictadura de Fujimori, la población objetivo del PNSRPF no era fortuita: la elección respondía a una política social basada en la eugenesia, además de apoyarse en las falsas premisas de que los pueblos indígenas son ignorantes, viven en el atraso y deben renunciar a sus tradiciones y cultura para lograr acceder a la modernidad (lo que sea que esto signifique)… A pesar de que Alberto Fujimori fue declarado culpable por distintos crímenes y paga una condena en prisión, los delitos relacionados con la política de esterilización no forman parte de su condena. La reparación del daño, la búsqueda de la verdad y justicia ante la violación de los derechos humanos y reproductivos que sufrieron cientos de miles de mujeres en Perú sigue en pie”. Vivir para ver…
LA OSCURA SOMBRA SUECA
Antes de llegar al 2000, no pocos europeos se escandalizaban con lo ocurrido en Suecia. Ignacio Aréchaga escribió en su momento: “Han causado conmoción en Europa las nuevas revelaciones sobre la política de esterilización forzosa practicada en Suecia por motivos eugenésicos entre 1935 y el comienzo de los años 70. Esta política, basada en una ley de 1934, privó de su capacidad de procrear a unas 60.000 personas (retrasados mentales, marginales, inadaptados…). Eran gentes molestas para la socialdemocracia, que comenzaba a edificar su modelo de sociedad moderna y perfecta”.
Los gobiernos socialdemócratas aspiraban a emular las hazañas de estados como el de Hitler y/o Stalin en aras de construir una sociedad lo más “perfecta posible”. No sólo Suecia llevó a cabo prácticas entonces completamente legales (aunque amorales). También la “limpia” Suiza las practicó. Aréchaga nos dice: “En Estados Unidos, en las cuatro primeras décadas del siglo XX, la esterilización por motivos eugenésicos estaba admitida y aplicada en bastantes estados. Y todavía en los años 50 se dieron cientos de casos. Después de la guerra, las atrocidades nazis desacreditaron las prácticas eugenésicas, aunque no hasta el punto de hacerlas desaparecer, como se ve por el caso sueco. Todavía en 1994 se aprobó en China una ley dirigida a ‘mejorar la calidad de la población’ (el proyecto decía más explícitamente ‘evitar nacimientos de calidad inferior’). La ley prohíbe el matrimonio de personas con ciertas enfermedades genéticas (a no ser que acepten la esterilización) y pide a los médicos que ‘aconsejen’ el aborto si el feto presenta anormalidades. Como el mundo no ha olvidado a dónde condujeron otros intentos de mejorar la calidad de la raza, la ley china despertó severas críticas en Occidente”.
Son muchos los ejemplos de prácticas eugenésicas forzadas en todo el planeta, tanto en países “dictatoriales” como en países “libres”. Pero lo peor está por venir. La eugenesia privada… ya es una realidad. Te lo cuento en el despiece.
EUGENESIAS PRIVADAS
Preparados para todo tipo de atrocidades “fetales”
La eugenesia actual se plantea como una cuestión privada de los individuos y de sus familias, como parte de su derecho a la reproducción. No es ya algo del Estado, ya totalitario, ya democrático. Pero, eso sí, los estados la permiten, cuando no la promocionan. Un trabajo de Daniel Soutullo nos explica: “Desde el punto de vista técnico, la eugenesia actual se caracteriza por la posibilidad de emplear procedimientos de biología molecular para el diagnóstico genético y la intervención directa sobre los genes. Entre ellas estarían los diagnósticos preimplantatorio y prenatal, la terapia génica germinal y la ingeniería genética de mejora. Los dos tipos de diagnóstico citados (preimplantatorio y prenatal) se aplican en la actualidad, mientras que las intervenciones en la línea germinal aún no están suficientemente desarrolladas para poder ser puestas en práctica”.
En el comunismo, en el nazismo, en los países democráticos, se trataba de que indígenas, gitanos, homosexuales, pobres, personas con discapacidad… no se reprodujeran… Era algo coactivo. Un método represivo más del Estado. Ahora, la eugenesia se lleva a cabo sin la necesidad de elementos impositivos. Son los propios seres humanos que han abrazado con total impunidad y alegría el yoísmo, los que aspiran a una descendencia “perfecta”, para satisfacer su ego hipócrita, enfermo y materialista. Matrimonios (y sus afines) que quieren elegir a sus bebés a la carta y que, si no son como esperaban, se desharán de ellos. En India, no pocas familias pudientes abortan a las niñas para no tener que pagar la dote del matrimonio del futuro adulto. También se quiere acabar con los bebés con síndrome de Down y/o con otras “anomalías”, como si ellos/as no fueran, también, una bendición. En fin, todos guapísimos/as, perfectos/as, sin taras, dispuestos para servir al Nuevo Orden… del demonio.
EUGENESIA EN ESPAÑA
De la República al Franquismo, ramas de un mismo tronco
El abordaje historiográfico de la eugenesia en España, al igual que en otros países del ámbito cultural latino, está inevitablemente mediatizado por el debate, más o menos explícito, en torno al carácter que tuvo. En líneas generales, es un lugar común en la historiografía considerar que la eugenesia tuvo en España un cariz blando, alejado de la eugenesia dura y fuertemente genetista y biologicista del ámbito anglosajón. La eugenesia española se habría orientado principalmente en el primer tercio del siglo XX hacia la medicina social, la pediatría y algo más tardíamente, en las décadas de 1920 y 1930, también hacia la educación sexual. Rico en matices debido a su maleabilidad (Miranda, 2014, p.83-84), el discurso eugenésico habría acabado por impregnar a todo el espectro ideológico (desde anarquistas a católicos), si bien los sectores considerados progresistas, principalmente socialistas y republicanos, acogieron con mayor entusiasmo las ideas eugenésicas por su fuerte componente científico y por las posibilidades que brindaba de enfrentarse a la moral católica y de llevar a cabo políticas de reforma social (Álvarez, 2007, p.143-144). Por su parte, los sectores católicos más ultramontanos identificaron la eugenesia con las ideologías que consideraban disolventes de los valores morales que estructuraban la sociedad y con la Segunda República (1931-1939), oponiendo frente a ello argumentos patrióticos y morales. De hecho, las primeras Jornadas de Eugenesia, que debían haberse celebrado en el primer semestre de 1928, fueron suspendidas por el gobierno de la dictadura del general Primo Rivera (1923-1930) cuando llevaban seis sesiones por las presiones de la Iglesia Católica. Ésta consideraba que tenían un carácter inmoral y pornográfico, que atacaba a la familia y a las bases de la sociedad (Barrachina, 2004, p.1005-1010). Una característica de la eugenesia española fue la marginalidad de las propuestas negativas como la esterilización de anormales y criminales. Estas contaron con sus partidarios como el psiquiatra Rodríguez Lafora, el jurista Federico Castejón o el teólogo José Torrubiano que defendió la esterilización para los casos extremos como los locos peligrosos y los criminales (Huertas, 2012, p.240) pero nunca fueron relevantes. En este sentido, se ha apuntado a la influencia que tuvo el catolicismo cultural como freno de la versión eugenésica más dura, incluso entre los no creyentes. En cierto modo, el modelo español de eugenesia coincidiría con las líneas maestras que Nancy Leys Stepan (2005) trazó para Latinoamérica, especialmente para México, Brasil y Argentina, si bien, desde nuestro punto de vista, su propuesta no es aplicable para el estudio de la eugenesia durante el franquismo. La Guerra Civil (1936-1939) y la instauración de la dictadura de Franco (1939-1975) supusieron un cambio importante respecto a la percepción de la eugenesia y de la biopolítica. El “Nuevo Estado” franquista, en cuya construcción participó una compleja amalgama de grupos de derechas (monárquicos, tradicionalistas, fascistas y católicos), tutelados por el ejército, tuvo una fuerte impronta católica desde sus inicios, hasta el punto de que a mediados de la década de 1940 acabó autodenominándose nacionalcatólico (Álvarez Bolado, 1976; Botti, 2008; Gallego, 2014, p.483-842). En este nuevo contexto de creación de un Estado totalitario y católico, la eugenesia adquirió un carácter especial. Pese a las similitudes del franquismo con los fascismos italiano y alemán y al interés que suscitaba la eugenesia, el fuerte catolicismo del régimen impidió defender las políticas eugenésicas que se practicaron en la Alemania nazi (Álvarez Peláez, 1998; Huertas, 1998; Campos, Huertas, 2012). Sin embargo, el franquismo generó su propio y peculiar discurso eugenésico de carácter católico que, por otros medios, buscaba la higiene racial. En este sentido, el franquismo basaba su razón de ser en un discurso radical sobre la otredad que equiparaba al enemigo político como un agente patógeno al que había que destruir sin piedad, pues ponía en peligro las esencias de la “raza hispana”, raza que se concebía antes como una comunidad espiritual que como una realidad biológica (Álvarez Peláez, 1998; Huertas, 1998). (Ricardo Campos)