Malos tiempos para la lírica. No son los mejores tiempos para el sector ecológico. La crisis económica se está notando en el mundo “bio”. Lo venimos diciendo desde hace meses. Y las cosas no mejoran. ¿Traerá 2024 mejores augurios? Es muy difícil de prever…
La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir
y cuando lo nuevo no acaba de nacer
Bertolt Brech
Todos los indicadores hablan de la caída del consumo. Los datos cantan por sí solos. Hacer la compra es hoy un 9% más caro que hace un año y un producto como el simbólico aceite de oliva (en convencional) ha subido un 66,7%. Mientras, los salarios no suben, o lo hacen lo mínimo. La coyuntura internacional no ayuda. Y las estadísticas del paro ponen a más de uno a temblar. Los que tienen dinero no quieren soltarlo. Y los españoles y las españolas, en general, se ven obligados a hacer malabares para llenar la nevera. La bajada del IVA no ha funcionado como el gobierno esperaba. La marca blanca, incluso en el sector ecológico, está haciendo el agosto. Con los últimos datos sobre la mesa, el incremento de precios de la cesta básica casi triplica el encarecimiento de la vida en general que se ha quedado, según el IPC de noviembre, en un 3,2%. Ufffffffff…
UN SECTOR ESTANCADO
Y, como no podía ser de otra manera, el sector ecológico se resiente. Hasta ahora, había vadeado bien otras crisis. Pero ahora, desde hace un año, está sufriendo también, como lo hacen otros sectores de la economía. Si el sector ecológico se está estancando, si no sigue expandiéndose, si sufre la desaceleración, el asunto ya no se puede achacar a la falta de promoción del sector y/o a la confusión con los etiquetajes. El asunto es más claro: los bolsillos están exhaustos. Y, por si fuera poco, nada hace pensar que las cosas vayan a cambiar mucho en los próximos meses. La gente tiene miedo a gastar lo que no tiene. Al que le quedan aún cuatro duros, y quiere seguir consumiendo “bio”, hará lo que pueda para refugiarse en las marcas blancas, en productos más asumibles, en ofertas de diverso tipo… De hecho, si el consumo orgánico no ha descendido ha sido, en buena medida, por la competitividad que ofrecen las grandes superficies (tan denostadas, a veces).
LOS MÁS PERJUDICADOS
Los más perjudicados son los productores más pequeños. Habida cuenta de la migración producida de las tiendas tradicionales del sector “bio”, las pioneras, a las grandes superficies, muchos pequeños productores del mundo orgánico tienen muchas dificultades para acceder a la distribución. Las grandes cadenas de distribución no se lo ponen fácil a los pequeños productores. Las condiciones no son, en muchos casos, dignas. Y los precios de todo siguen subiendo. Mientras, los políticos hablan de transición ecológica, pero, si realmente eres un ecoemprendedor, harán todo lo posible para ponerte un buen número de palos en las ruedas, en vez de facilitarte las cosas. Burocracia inservible, agotadora, paralizante… ¿Qué hacer? Bertol Brech, en la cita que abre este texto, es certero: un mundo nuevo dedicado por completo a la ecología… no ha nacido aún. Y el universo de leyes que amparan a los petroadictos… no ha muerto todavía. ¿Qué hacer mientras no se produce el cambio? Sobrevivir… con ideas nuevas, con mucha creatividad, con dinamismo, con chispa. Los que no tengan esas virtudes… sucumbirán. Hay que abandonar inercias pasadas e inventar. Inventar para no perecer. A la espera de mejores tiempos…
Pablo Bolaño