De todas las disfunciones que sufren en sus organismos los hombres y mujeres del S. XXI, es posible que la esterilidad sea la más silenciosa de todas. Se dice que una de cada cuatro parejas en edad fértil necesita de ayuda artificial para poder engendrar. Jamás la Humanidad había conocido un desastre similar. Repasamos las causas de este desastre en este artículo denso y profundo.
Mi amigo, Nicolás Olea, el gran experto español (una referencia mundial) en asuntos de contaminantes químicos y disrupciones endocrinas, lo tiene muy claro. Jamás en toda la Historia de la Humanidad habían existido porcentajes tan altísimos, tan espeluznantes, tan escandalosos, de infertilidad, tanto en varones como en hembras. Jocoso y librepensador, Olea señala que, en algunas ciudades, ya hay más clínicas de fertilidad que sacamuelas. Curiosamente, algunas de esas ciudades coinciden con espacios geográficos donde se lleva a cabo una agricultura intensiva y química. Pistas de por dónde va el asunto…
CORLBORN Y CLEMENT, 1992
“Un gran número de compuestos químicos que se vierten al medio ambiente y algunas sustancias de origen vegetal tienen la capacidad de alterar el sistema endocrino de los animales y las personas. Entre éstas se encuentran los compuestos orgánicos halogenados de los que hay que tener en cuenta sobre todo a algunos plaguicidas; sustancias químicas utilizadas en la industria y algunos metales pesados. Muchos animales están afectados por estas sustancias y su impacto sobre ellos incluye alteraciones en la función tiroidea y reproductora de pájaros, peces y tortugas, alteraciones metabólicas en pájaros, peces y mamíferos, feminización de las hembras y disminución en la masculinización en peces y pájaros y alteraciones en el sistema inmune en pájaros y mamíferos”. Lo decían Corlborn y Clement, en 1992. Estos y otros autores, en “Nuestro futuro robado”, ya alertaban antes de estos asuntos. Y la gran Rachel Carlson, en su magistral “Primavera silenciosa”, a finales de los 70, dejó muy pocas dudas al respecto. El que no quiere ver es porque prefiere estar ciego. Los disruptores endocrinos, presentes en pesticidas y plásticos, entre otros, son los causantes de la epidemia de esterilidad que asola a la especie humana.
DEQ Y EL LLAMADO DE LOS ENDOCRINÓLOGOS
“La Vanguardia“, recientemente, publicaba este texto: “Es hora, si no lo hemos hecho ya, de tomarnos en serio los disruptores endocrinos químicos (DEQ) y de fijarnos en si los alimentos, cosméticos, muebles y otros productos que consumimos y utilizamos habitualmente los llevan o no. Y si la respuesta es afirmativa, habremos de cambiar nuestros hábitos para evi-tarlos”. “Por prudencia, y porque el efecto hormonal de los disruptores endocrinos es una realidad, aunque se desconoce su magnitud, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) aboga por evitar estas sustancias, sin caer en el alarmismo”. Los resultados están a la vista de todos. España es uno de los países con menor natalidad de todo el planeta. Las estadísticas son muy gráficas. Algunos de mis amigos “ecologistas” todavía me dicen que, habida cuenta de la sobrepoblación mundial, no traer niños al mundo es un acto de responsabilidad. Pero vean… Lo ha publicado “El Mundo”: “Hace sólo unos meses llegó a España un libro escrito por los investigadores canadienses Darrell Bricker y John Ibbitson que, frente a quienes advertían de los peligros de una explosión demográfica en el mundo, tan superpoblado que iba a reventar, alertaba justo de lo contrario”. “La población pronto tocará techo y empezará a descender. Y una vez que comience el declive, nunca terminará”, escribían Bricker e Ibbitson en un ensayo lleno de teorías catastrofistas que, sin embargo, no dejan de confirmarse. El libro lleva por título “El planeta vacío” (Ediciones B). El asunto es: “Los que quieran tener hijos… ¿van a poder tenerlos?”.
“Los gobiernos deben informar a los consumidores y facilitar el uso de envases y otras sustancias inertes que no contengan disruptores endocrinos”, aseguran los especialistas en endo-crinología. Los disruptores endocrinos son compuestos químicos presentes en insecticidas, plásticos, detergentes, pesticidas, cosméticos, resinas, envases y otros muchos productos de uso cotidiano, que contaminan el medioambiente y que incorporados a un organismo vivo afectan a su equilibrio hormonal. Los endocrinólogos explican que, aunque la comu-nidad científica aún no ha podido establecer una relación causa-efecto entre la presencia de estas sustancias en el organismo y el aumento de ciertas enfermedades, “lo que está fuera de toda duda es que los DEQ se asocian con la disminución de la fertilidad masculina, con algunos tipos de cáncer (mama y próstata, principalmente) y con problemas metabólicos como diabetes, hipertensión y obesidad”. Pero algunos expertos van más lejos: los DEQ son responsables también de la infertilidad de mujeres, de animales, etc.
ABORTOS A CASCOPORRO
De la pandemia de esterilidad se habla muy poco. Pero menos se habla aún de los abortos involuntarios. Hay pocos trabajos científicos. Nadie se moja. Pero no paran de crecer. Por varios factores: la primera razón es que las mujeres retrasan la maternidad y, a partir de los 30, los riesgos de abortos involuntarios se disparan, sobre todo en el caso de primeras gestantes y/o de mujeres que ya han tenido otros abortos antes. En Noruega han estudiado el tema… Se estimó el riesgo de aborto espontáneo de acuerdo con la edad de la mujer y el historial de embarazo, teniendo en cuenta los abortos inducidos. Hubo 421.201 embarazos durante el periodo de estudio. “Después de tener en cuenta los abortos inducidos, la tasa global de aborto involuntario fue del 12,8%. El riesgo de aborto involuntario fue más bajo entre las mujeres de 25 a 29 años (10%) y aumentó rápidamente después de los 30 años, alcanzando el 53% entre las mujeres de 45 años y más. También hubo un fuerte riesgo de recurrencia de aborto involuntario. Después de un aborto involuntario, el riesgo de otro incrementó; después de dos, el riesgo se duplicó, y tras tres abortos consecutivos, el riesgo fue cuatro veces mayor”. Hablamos de un informe de un equipo de investigadores, dirigido por Maria Magnus, del Instituto Noruego de Salud Pública, que ha mostrado el ascenso de los abortos involuntarios y su relación con diversos tipos de factores. Ya no sólo es que las mujeres no puedan concebir: es que ya tampoco pueden gestar. “Las complicaciones previas del embarazo también predijeron un mayor riesgo de aborto espontáneo. Por ejemplo, si el parto anterior terminó en un parto prematuro, cesárea o si la mujer tenía diabetes durante el embarazo (diabetes gestacional). Sin embargo, la preeclampsia (presión arterial anormalmente alta) en el embarazo anterior no se vinculó con un mayor riesgo de aborto espontáneo. Las mujeres que nacieron pequeñas también tuvieron un mayor riesgo de aborto involuntario”, señala el informe. Desde “Science Direct” alertan: “Existen factores generales que aumentan el riesgo de aborto en cualquier gestación y al menos 5 grupos de factores específicos asociados a aborto recurrente. El peso porcentual de cada uno de ellos en el universo de abortos recurrentes es difícil de establecer con precisión dado el sesgo que representan las distintas líneas de investigación de las experiencias publicadas”. Pero los factores ambientales están entre los primeros: los disruptores endocrinos afectan a la fertilidad directa e indirectamente. “Dentro de los factores generales destacan la exposición a tabaco y otros tóxicos ambientales, la obesidad materna, la edad materna, el pasado reproductivo y la edad gestacional. La exposición a tabaco eleva el riesgo de aborto en 1.4 a 1.8 veces e incluye a las fumadoras pasivas, que ven su riesgo aumentado en 1.52 a 2.18 veces. Por otro lado, el consumo de más de un trago de alcohol al día o la ingesta de más de 375 mg diarios de cafeína, equivalentes a 3 tazas de café, se asocia a riesgos ajustados de aborto de 4.84 (2.87 – 8.16) y 2.21 (1.53 – 3.18), respectivamente”, nos dicen desde “Science Direct”.
ISTAS/CC.OO
Un trabajo de ISTAS/CC.OO. certifica:
-Los disruptores endocrinos son sustancias químicas capaces de alterar el equilibrio hormonal
-Actúan a dosis muy bajas, presentan distintos mecanismos de actuación y comprenden a un gran número de sustancias con estructuras químicas muy diferentes
-Una misma sustancia EDC tiene diferentes modos de actuación según la concentración a la que se encuentre y según el momento específico de desarrollo del tejido con el que contacten. El efecto adverso causado puede variar dependiendo del momento de la exposición, así como del equilibrio hormonal de la persona expuesta, que depende de la edad y sexo entre otros factores
-Hay períodos de vulnerabilidad durante el cual la exposición a EDC puede ser particularmente dañina. Los períodos más críticos mejor estudiados son el prenatal y el desarrollo postnatal temprano. Los efectos de la exposición durante el periodo perinatal pueden no manifestarse hasta mucho más tarde en la vida. Efectos en una generación se pueden transmitir a las generaciones futuras a través de los mecanismos involucrados en la actividad de programación genética, conocidos como cambios epigenéticos
Podemos deducir que los fetos y los neonatos son los más expuestos a los peligros de los disruptores endocrinos. No es de extrañar, pues, que los abortos aumenten. Puede tratarse de un sistema de autodefensa del organismo. El feto, cuanto más pequeño, más vulnerable es a la exposición a químicos.
El experto Nicolás Olea ha dicho: “Los disruptores endocrinos son peligrosos. Son sustancias que dentro del organismo modifican las hormonas. Eso es un riesgo real en la compra del supermercado. Hasta en el tíquet de la compra hay bisfenol A. Así que cada día tienes tu dosis y al final esa dosis crea pozo. Y te encuentras con efectos a largo plazo en forma de enfermedades crónicas, cáncer, infertilidad o malformaciones en el nacimiento del niño. El problema es que se trata de enfermedades multifactoriales, donde es muy difícil establecer una asociación entre una exposición y un riesgo”. Nicolás Olea sentencia: “No podemos saber con certeza los efectos que tendrán los disruptores endocrinos en los nacidos a partir de los 90. Lo que sí sabemos es que aumentarán llamativamente los cánceres de mama y la infertilidad. Y la solución, como siempre, será más tecnología…”. Otro buen amigo, Carlos de Prada, ha documentado con excelsa perfección cómo la infertilidad y los abortos no intencionados son de las primeras consecuencias de la exposición intensiva o baja a disruptores endocrinos, metales pesados, etc.: “Hay que evitar la exposición a disruptores endocrinos porque afectan a un sistema extraordinariamente sensible de nuestro organismo, el sistema hormonal, en el que bastan concentraciones bajísimas de una sustancia para que se produzcan efectos. A veces, virtualmente, una sola molécula podría bastar. Y como este sistema regula funciones básicas del organismo, su alteración puede causar muchas consecuencias. Mientras oficialmente se establecen niveles supuestamente ‘seguros’ de exposición a estas sustancias, lo que nos dice la ciencia es que son sustancias para las que no puede establecerse un umbral seguro, por bajo que sea. Es más, contradiciendo la obsoleta presunción oficial de que ‘a más dosis más efecto’… se ha visto que algunas de estas sustancias pueden tener en ocasiones mayores efectos a concentraciones bajas que a altas. Como dice la OMS, los sistemas oficiales de evaluación del riesgo no sirven para evaluar los riesgos de las sustancias disruptoras endocrinas. Solo con lo dicho, y es solo una pequeña parte de lo que exponemos en nuestros trabajos, podemos hacernos una idea de lo preocupante que es que cotidianamente nos sigamos exponiendo a unas sustancias que han sido asociadas a los más variados efectos: malformaciones, esterilidad, abortos, cánceres, daños en el desarrollo cerebral infantil, obesidad, enfermedades cardiovasculares…”.
MÁS CLARO, EL AGUA
Las consecuencias de la acción de los disruptores endocrinos se pueden clasificar en alteraciones reproductivas y aumento en las probabilidades de sufrir un cáncer de los órganos afectados por el sistema endocrino, afectando también al genoma humano. Desde vidasostenible.org señalan: “Los disruptores endocrinos forman parte del Ambioma Humano que, según la definición de Ambioma, es el conjunto de elementos no genéticos, cambiantes, que rodean al individuo y que junto con el genoma conforman el desarrollo y construcción del ser humano o pueden determinar la aparición de una enfermedad. Podemos destacar las alteraciones de los órganos reproductores, potenciando la feminización de los machos y la masculinización de las hembras, disfunciones reproductivas, indiferenciación de sexo, aumento de las tasas de aborto, endometriosis (que consiste en la aparición y crecimiento de tejido endometrial fuera del útero), pubertad precoz en niñas, criptorquidia en niños (que consiste en el descenso incompleto de uno o varios testículos), reducción del recuento espermático, reducción de la calidad del esperma, modificaciones de las concentraciones de hormonas tiroideas, cáncer de mama en mujeres, cáncer vaginal, cáncer de testículo o cáncer de prós-tata”. Organismos afectados por los disruptores endocrinos, alterados, feminizados, masculinizados, modificados… ¿no es normal que vayan a tener dificultades para concebir y/o para gestar correctamente?
Pedro Burruezo