Pablo Bolaño vuelve al tajo con un artículo de peso. Hay mucho sufrimiento en el mundo. Uno ve las bombas sionistas caer sobre Gaza, matando a niños y embarazadas, y se pregunta si está bien seguir comiendo ecológico, qué gran privilegio, como si nada pasara. Pues sí. Hay que seguir comiendo orgánico, porque lo contrario contribuye a ampliar el desastre.
Cada guerra es una destrucción del espíritu humano
Henry Miller
Son tiempos muy convulsos. Hay guerras y todo tipo de conflictos en muchos lugares del planeta. Algunas imágenes de las bombas sionistas cayendo en la franja de Gaza, matando a niños y a embarazadas, te dejan el corazón hecho trizas. Otras imágenes similares en otros lugares del planeta no son menos conmovedoras. Entonces, tú vas a la nevera y extraes tus alimentos ecológicos y te dispones a comértelos junto a tu familia. ¿Es lícito comer alimentos orgánicos, de primera categoría, mientras se cierne tanta ignominia sobre el mundo? Sí. Más que nunca.
ALIMENTOS CONVENCIONALES
Cuando nos alimentamos con comestibles industriales, procedentes de la agroalimentación convencional, estamos (quizás sin saberlo) contribuyendo a algunos de los desastres más irreversibles que se ciernen sobre la Humanidad y sobre Gaia ahora mismo. Es bien sabido por todos que la alimentación convencional conlleva todo tipo de problemas: calentamiento global, sexta extinción, enfermedades de todo tipo, despoblación rural, concentración del poder en pocas manos… Mientras el mundo cae sobre las fauces de la barbarie, nosotros no podemos contribuir a ella. Y una de las formas de no hacerlo es alejarnos de los alimentos industriales y de sus consecuencias.
UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA
Cuando nos alimentamos con productos orgánicos no sólo estamos defendiendo nuestra salud de la hostilidad del mundo moderno. También estamos contribuyendo a crear una sociedad más pacífica, más justa, más respetuosa y más serena. De hecho, nuestros actos importan. Todos. Quizás no podamos salvar el mundo, ni la Naturaleza, pero sí podemos contribuir a una sociedad más bella y evitar escenarios más hostiles y distópicos todavía que los que vendrán, seguro, sí o sí. Que los que ya están llegando, si seguimos consumiendo basura, viendo basura y escupiendo basura. Dime qué comes y te diré quién eres. Recientemente, esta misma atalaya publicó una exhaustiva lista de empresas agroalimentarias que colaboran con el gobierno sionista y neonazi israelí que asesina a inocentes en pro de la creación de un gran espacio sionista en Oriente Medio. Comida basura en todos los sentidos. Si comes esos productos, más baratos que los orgánicos, estarás ensuciando de sangre tus manos, tu boca y tu alma.
ES NORMAL
Es normal que, en cierta forma, nos asalten dudas y nos sintamos culpables cuando vemos en la TV caer las bombas mientras nuestra nevera está llena y nuestra casa sigue a buen recaudo. Pero todo eso mañana mismo puede cambiar. Porque, si seguimos contribuyendo a la destrucción, a nosotros también nos tocará tarde o temprano. Mientras, come ecológico, contribuye a minimizar el impacto de los bárbaros sobre los inocentes (en la medida de tus posibilidades), procura crear belleza y compasión a tu alrededor (toda la que esté en tus manos) y, cuando menos lo esperemos, la justicia cósmica actuará y el yugo sionista desaparecerá como en otros tiempos desaparecieron otros dictadores y asesinos. Más aún: el coraje de los palestinos, su heroísmo, su resiliencia, debería ser un acicate para nosotros, generalmente demasiado adormilados y abotargados por las comodidades. Si esos niños están resistiendo el hambre, la destrucción, la enfermedad, el asedio, las bombas, el terror… ¿vamos nosotros a abandonar nuestros principios por miedo al descalabro económico? Dios proveerá…
Pablo Bolaño