Pablo Bolaño arremete en este artículo de opinión contra políticos y lobbies químicos. El glifosato será legal durante diez años más. Un producto tan peligroso, del que tantos científicos nos han advertido sobre sus peligros, seguirá en la calle. Contaminando nuestros ecosistemas y nuestros organismos. ¿Gracias a quién? A lobbies muy poderosos y a políticos vendidos…
La Comisión deja claro que los Estados miembros son responsables de la autorización nacional de los productos fitosanitarios (PFS) que contienen glifosato y siguen pudiendo restringir su uso a nivel nacional si lo consideran necesario en función del resultado de las evaluaciones de riesgos, teniendo en cuenta especialmente la necesidad de proteger la biodiversidad. Pero, si no se ha conseguido en la UE, ¿cómo se va a conseguir en España, donde los lobbies químicos son más poderosos todavía? Ya lo dijo un día Cristina Narbona: “En España el poder de los lobbies es muy grande”. Estamos vendidos. Estamos vendidos porque nuestros políticos no defienden los intereses de la ciudadanía ni de nuestros ecosistemas. Sus bolsillos se llenan, directa o indirectamente, con el afán de lucro de las empresas que están detrás del glifosato y de tantos otros pesticidas que acaban con la biodiversidad, contaminan los recursos hídricos y nos llenan de disruptores hormonales, cuyas consecuencias sanitarias son desastrosas…
VENDIDOS AL DINERO
Los de Ecologistas en Acción lo tienen claro: “La prolongación del uso del glifosato atenta contra la biodiversidad y contra la salud de las personas, como han indicado numerosos estudios científicos. El más reciente, el del Instituto Ramazzini, que ve relación entre el uso de bajas dosis de herbicidas a base de glifosato y la aparición precoz de leucemia. Además, existen alternativas al uso del glifosato, como muestran las numerosas explotaciones agrarias que han abandonado su uso de forma voluntaria. Seguir permitiendo su venta permitirá que España siga ‘Nadando en glifosato’ con más del 34% de sus puntos de muestreo contaminados por el tóxico y se opone a lo que desean el 62% de los habitantes de la UE, favorables a su prohibición”. Pero los políticos y tampoco los técnicos de los departamentos no leen los informes citados. Sólo leen los que les pasa la industria química, estudios totalmente fraudulentos. ¿En qué mundo vivimos? ¿Cómo puede ser que, para evaluar el uso o no de un producto químico, las principales referencias a tener en cuenta sean del propio fabricante? ¿Nos estamos volviendo locos? No. Esto es Europa. Un mundo presuntamente civilizado donde lo único que cuenta es el dinero…
PONIENDO EN PELIGRO LA VIDA
Las razones para prohibir el glifosato son tantas que no sabría por dónde empezar. Ese tipo de productos pone en peligro la Vida. Así, en mayúsculas. Porque no es selectivo y acaba con todo. Pero parece que a muchos políticos europeos todo eso “se la refanfinfla”. Luego se llaman a sí mismos “patriotas”. Cuando son capaces de venderse al mejor postor. El interés común les importa un bledo. Pero hay algo que no entiendo. ¿Creen que sus hijos, sus familiares, sus amigos… se van a librar de las consecuencias de la exposición a estos tóxicos? ¿Creen ellos que viven en una burbuja salvadora? Eso no existe. Tarde o temprano, también sus hijos o sus vecinos caerán bajo los síntomas de patologías provocadas por el glifosato. ¿A quién se quejarán entonces? Cuando ellos mismos dieron el permiso para la prórroga… O la aceptaron mirando hacia otro lado en el momento preciso. Porque no tienen excusa. Los informes son absolutamente clarificadores y definitorios. Mientras en la UE nadie quiere reconocer los fallos cometidos, los corruptores del mundo, los insaciables que siempre miran por el interés propio y en detrimento del interés general, se están frotando las manos. Si ocurre esto con el glifosato, que es tan pernicioso y del que abunda la información, ¿qué no ocurrirá con otros productos menos “populares”? ¿Qué podemos hacer? Vivamos de espaldas al glifosato y a todos los biocidas. Hagamos todo lo posible para que desaparezcan. Presionemos, dejemos de comprarlos, boicoteemos a los que los apoyan, advirtamos a los que los consumen, consumamos “bio”… Es un deber moral.
Pablo Bolaño