Esta entrevista se lleva a cabo cuando aún no sabemos si continuará en su cargo o si se convocarán nuevas elecciones. En cualquier caso, sus palabras son harto interesantes y muestran un compromiso con la biodiversidad.
-¿En qué medida se es consciente desde las instituciones gubernamentales de que la merma de la biodiversidad es un peligro para el futuro del país?
-El Gobierno es plenamente consciente de los riesgos que la crisis ecológica tiene para nuestro futuro, y por eso uno de los ejes de la acción del Gobierno en esta legislatura para avanzar en la justicia social será impulsar la transición ecológica. Cambio climático y biodiversidad son dos caras de la misma moneda, dos realidades que se retroalimentan. En sólo diez meses hemos elaborado un Marco Estratégico de Energía y Clima, que consta del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y la Estrategia de Transición Justa. Asimismo, hemos aumentado la superficie de áreas marinas protegidas, para que el mar deje de ser el gran olvidado de la conservación de la biodiversidad y hemos aprobado la ampliación del parque nacional del Archipiélago de Cabrera.
FOMENTO DE LA BIODIVERSIDAD
-¿De qué manera piensan trabajar en el fomento de la biodiversidad para aminorar el impacto que tiene la destrucción de la naturaleza en la sociedad humana y en la economía?
-Es importante entender que la crisis ecológica es una cuestión de equidad, de salud pública y de seguridad nacional. Debe ser asumida como una cuestión de Estado y, como tal, integrarse en todas las políticas y en todos los sectores. Esto es aplicable para actividades que trabajan con y en el territorio (agricultura, silvicultura, agua, minería…), pero también para otras muchas en las que la relación no parece tan evidente, como pueden ser el urbanismo, el turismo, la generación de energía, la movilidad, o el gran consumo. Una vez asimilada su posición, la consecuencia es obvia: toda actividad, todo sector, necesita a la biodiversidad y tiene un impacto sobre ella. No integrar la biodiversidad en el conjunto de políticas nos hacer perder oportunidades. La pregunta, por tanto, solo se puede contestar con un programa de gobierno coherente, transversal, con medidas en fiscalidad, infraestructuras, agenda urbana, agricultura… Baste un ejemplo: en conjunto, los beneficios brutos que aporta la Red Natura 2000 se estiman en más de 9.800 millones de euros al año. Es decir, 7,5 veces más que los costes estimados para su mantenimiento (1.850-1.902 millones de euros al año). Y si se considera el efecto del carbono almacenado y sus efectos positivos sobre la regulación del clima, el beneficio se dispara hasta más de 43.000 millones de euros al año (más de 22 veces lo invertido).
-Las conclusiones del informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) son muy claras. Instan a los gobernantes a tomar medidas urgentes. ¿Vamos ya con retraso?
-Bueno, vamos con retraso desde el momento en que el propio informe del IPBES nos está diciendo que más de un millón de especies están en peligro de extinción. Pero este estudio también nos ofrece un dato esperanzador: podemos frenar la pérdida de riqueza natural, aunque eso requiere de un cambio que, los propios autores, han calificado como “transformador”. Los científicos no son una comunidad que tienda a la hipérbole y conviene atender con atención cuando usan calificativos. Como ha aclarado el presidente del IPBES, Sir Robert Watson, cuando hablan de cambio transformador se refieren a “una reorganización fundamental de todo el sistema a través de factores tecnológicos, económicos y sociales, incluidos paradigmas, objetivos y valores”. En definitiva, el informe de IPBES consagra la transversalidad de las políticas activas frente a la crisis ecológica. Dicho de otro modo: considera que la única vía es activar de forma urgente y profunda la transición ecológica en todos los niveles, desde lo local al multilateralismo; en las administraciones públicas pero también en el sector privado. Y en eso estamos trabajando desde junio de 2018. La evaluación de IPBES muestra que todavía es posible conservar, restaurar y utilizar la naturaleza de manera sostenible y alcanzar simultáneamente otras metas sociales mundiales, si se impulsan con urgencia iniciativas coordinadas que promuevan ese cambio transformador. Los ámbitos de acción prioritarios son infraestructuras, agricultura y energía, incluyendo los cambios en el uso del suelo, los químicos, las barreras físicas y la contaminación.
-¿Proteger la naturaleza y la biodiversidad nos hace humanos?
-Cuando hablamos de pérdida de biodiversidad no sólo estamos hablando de frenar la desaparición de especies concretas de las que apenas quedan individuos, aunque este debería ser ya suficiente motivo. Frenar la pérdida de biodiversidad es una cuestión de primer orden para garantizar nuestra supervivencia en condiciones de bienestar. Esta es una idea que necesitamos conectar con las políticas ambientales. Cuando hablamos de la crisis climática o la crisis ecológica conviene recordar que somos los seres humanos quienes nos enfrentamos a esa crisis en primera instancia.
-¿En qué medida España trabaja más o menos para proteger la biodiversidad que los países de nuestro entorno? ¿Nos pueden dar datos concretos?
-España es uno de los países con mayor diversidad biológica de la UE y pertenece a un área señalada como uno de los 25 puntos calientes de biodiversidad del planeta. Mantener esta riqueza natural es el objetivo de las políticas de conservación que estamos poniendo en marcha y de las que vendrán. Como ejemplo, este año hemos impulsado la declaración de un nuevo parque nacional, el de la Sierra de las Nieves, en Málaga, y la ampliación del parque nacional del Archipiélago de Cabrera, que se ha convertido así en el mayor parque nacional marino del Mediterráneo occidental, al tiempo que hemos protegido también un área del Mediterráneo por ser un corredor de migración de cetáceos. Además, hemos aumentado el grado de protección de muchas especies amenazadas y estamos ultimando la Estrategia de infraestructura verde y de la conectividad y restauración ecológicas para luchar contra la pérdida de conectividad de los ecosistemas y un Plan integral de protección de humedales. Antes hablábamos de transversalidad. No se trata sólo de proteger en el sentido más conservador del término, sino de que todas las medidas que hemos puesto en marcha tienen resultados en la biodiversidad, pues no hay que olvidar que las principales causas para la pérdida de diversidad biológica son el cambio de uso de la tierra y el mar, la explotación de especies, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras. Por tanto, cualquier acción en cualquiera de estos ámbitos afecta a la biodiversidad. Pero, además, España trabaja conjuntamente con la UE para que en la Cumbre Mundial del Convenio de Diversidad Biológica de la ONU, que se celebrará el año que viene en China, se alcance un marco ambicioso post 2020 con objetivos medibles y con plazos definidos que nos permitan detener la pérdida global de biodiversidad. Articular una fórmula similar al Acuerdo de París, con objetivos claros y ambiciosos, puede ser muy interesante en el ámbito de la biodiversidad. Y le avanzo que España está preparada para formar parte de aquellos países que desean que los objetivos que se fijen en dicho marco sean lo más ambiciosos posibles.
LO MÁS VULNERABLE
-¿Cuáles son las especies y los ecosistemas que más urge proteger dentro del territorio nacional? ¿Algunas comunidades autónomas son más vulnerables que otras?
-En España contamos con muchas historias de éxito, lecciones que hemos aprendido para mejorar y deberes pendientes en materia de conservación de especies y de espacios naturales. Ahí están los buenos datos del águila imperial ibérica, del oso pardo, del quebrantahuesos o el lince ibérico, o los malos datos del urogallo cantábrico, la cerceta pardilla o la nacra mediterránea. Es preciso seguir trabajando para mejorar el estado de conservación de las especies amenazadas porque, en la mayor parte de los casos, abordar sus amenazas (fragmentación y pérdida de hábitat, cambio climático, especies exóticas invasoras…) redunda positivamente en la conservación de la biodiversidad en términos generales y de los servicios ecosistémicos que nos brinda. Tampoco debemos obviar el poder divulgador que tienen las llamadas especies emblema o espacios de referencia como pueden ser los parques nacionales. Ahora bien, la conservación de la biodiversidad no puede circunscribirse a realizar todos los esfuerzos necesarios para sacar adelante estas especies o para restaurar y preservar enclaves naturales de referencia. La prioridad número 1 ha de ser la integración efectiva de la biodiversidad en todos los sectores, de todas las políticas sectoriales. Esto será vital para un país como el nuestro, por varias razones. Entre ellas, porque somos un país con unos recursos hídricos limitados y vulnerables al cambio climático; más de dos tercios de nuestra superficie están en riesgo de desertización, y poseemos aproximadamente 8.000 kilómetros de costa, con el consiguiente impacto que puede tener el aumento del nivel del mar y los eventos extremos.
-Algunos autores son muy pesimistas y han dibujado escenarios futuros muy alarmantes. ¿Hemos llegado ya al punto de no retorno en lo que a pérdida de diversidad respecta y a la crisis climática?
-La comunidad científica nos ha dicho, ahora con el informe IPBES y el año pasado con el 5º informe de evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC), que el reto requiere de un cambio transformador y sin precedentes, no que sea imposible. No me gusta hablar de puntos de no retorno, porque eso puede llevarnos al conformismo y a la inacción. Realizar diagnósticos claros que muestren cuál es la realidad a la que nos enfrentamos es crucial. En este sentido, la ciencia es más importante que nunca. Pero, además, el análisis científico de las políticas y de su evolución ha de incorporarse como una herramienta más de gobernanza. En este sentido, estamos ya trabajando para poner en marcha el comité independiente que evaluará la acción climática del Gobierno, tanto de la aplicación del PNIEC como de las políticas que emanen de la que, esperemos, sea la futura ley de Cambio Climático y Transición Energética de España.
-¿Cuáles son los peligros que acechan de una forma más inquietante a la biodiversidad desde un prisma holístico?
-La gran mentira de las últimas décadas ha sido contraponer desarrollo económico a conservación de la naturaleza o al derecho a respirar un aire limpio, por poner solo dos ejemplos. La comunidad científica lleva décadas advirtiéndonos, lo cual les costó de ser tachados muchas veces de iluminados o locos visionarios. Así que el hecho de que el cambio climático forme ahora parte del discurso político es un triunfo de la comunidad científica y del activismo. Pero el plano de la palabra es ya una pantalla pasada. Y esta es una idea que, quienes tenemos algún tipo de responsabilidad en la materia, debemos tener muy presente. El tiempo de las declaraciones y de las palabras ha pasado. La ciudadanía exige que se le diga la verdad y, con la verdad sobre la mesa, reclama acciones concretas.